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sábado, 2 de enero de 2016

Mi último día del año. Mi última carrera del 2015. Mi quinta victoria en la San Silvestre Cidiana.

Cerramos el 2015 con una gran sonrisa. Nada de lo previsto un mes atrás podría haber hecho que pensase en una noche como la de la San Silvestre Cidiana de mi ciudad; mucho mejor de lo pensado, la verdad sea dicha.

Pensaba tomarme las uvas en Madrid, correr alguna San Silvestre por allí y poco más. Acumular kilómetros y encontrar sensaciones a mayor ritmo. Pero al final decidimos venir a pasar a casa y disfrutar de la Nochevieja con la familia; y ya puestos en ese plan decidí volver a correr la San Silvestre Cidiana. Llevaba dos años sin poder correrla por el trabajo, así que de primeras decidí disfrutarla al máximo. Mi compañera y amiga Laura también iba a estar en Burgos y corre, además llevábamos bastante tiempo sin poder correr ninguna carrera juntas; así que nos propusimos ir mano a mano toda la carrera, completando así nuestra mejor manera de acabar este 2015.



Este año habían cambiado la zona de salida, así que bajamos en coche hasta el Museo de la Evolución (donde luego volveríamos descalentando, método ideal para no escaquearse de soltar piernas... jejjeje). Nos preparamos con la ropa justa y empezamos a trotar hasta la zona de salida: Laura, Rubén y yo, mezclándonos con la marea naranja (el color elegido para poner en valor y la necesidad de la donación de médula), deseando encontrarnos con amigos y conocidos. Diez minutos antes de la salida nos juntamos por fin con Antonio, David, Sagredo, Luis y otr@s tant@s más... Mucho bullicio y aunque nuestro propósito era ir tranquilas y a ritmo progresivo, ya metidos en ambiente es inevitable ponerse algo nervioso y con ganas de que las piernas echen a correr.

¡Pistoletazo de salida y en marcha! Laura y yo rondábamos por la cuarta línea de salida, pero tuvimos suerte, no nos despegamos y no sufrimos empujones. A lo largo del primer kilómetro fuimos adelantando a varias chicas y antes de llegar a la estatua del Cid ya nos habíamos colocado liderando la carrera femenina. A partir de ahí intentamos mantener un ritmo constante, en torno a 3:45-3:40. Disfrutamos muchos de la iluminación del centro y de la animación que había en todo el recorrido.



Acercándonos al tercer kilómetro, enfilando la subida la calle Vitoria en la Plaza del Rey vi que tenía a David cerquita y pensé en ir en su busca pero note que Laura iba un poco más incómoda de ritmo y decidimos bajar un poco, aun así manteniendo ritmo constante. Finalmente, un poco más adelante, percibí que se quedaba unos metros atrás, intente seguir al mismo ritmo para que no se descolgara demasiado, porque lo que yo quería es que llegásemos lo más juntas posible; pero a su vez tampoco quería bajar demasiado en el ritmo. Llevaba mucho tiempo sin competir, estaba disfrutando un montón pero mentalmente sentía que también debía exigirme y terminar con buenas sensaciones, lo más cercano a ritmo alto competitivo.

Último tramo. Casi acabando la calle Vitoria alcanzo a Sagredo (magnífico vallista y mejor persona... jejjeje). ¿Qué mejor compañía para entrar en Eladio Perlado que con él y Luis a mi derecha e izquierda? Todo el público volcado con nosotros... Como se nota que la gente del barrio nos conocía. Fueron 500 metros con la piel de gallina. Y así, con esa sensación y tremenda alegría, crucé la línea de meta. Fin de año en mi ciudad con victoria en meta situada en el barrio. Y ahí queda eso... ¡mi quinta victoria en la San Silvestre Cidiana! Qué alegría.



Nada mas pasar la línea de meta esperé a Laura con la ilusión de darla un tremendo abrazo. Verla entrar en meta levantando los brazos con su sonrisa fue estupendo, se la veía muy satisfecha. Luego vi la llegada de Antonio, pero lamentablemente me perdí la de Rubén porque ya estaba con entrevistas y los prolegómenos previos a la subida al pódium. Una de las mayores alegrías que viví fue ver a Gonzalo, uno de mis niños a los que daba clase antes de marchar a Madrid. Verle venir corriendo a abrazarme y felicitarme, y ver que además había corrido con su padre también la San Silvestre, me hizo pensar que las horas que en su día compartí con él y sus compañeros calaron en él e hicieron crecer su amor por este deporte que tanto me ha dado y adoro.



La única pega en una noche tan brillante fue que en esta ocasión no me vieran mis padres entrar en meta como otros años. Sé que lo hubieran disfrutado un montón. Pero seguro que todo queda en un paréntesis y que serán muchas más las líneas de llegada donde busque su mirada orgullosa viéndome cruzar la línea de meta.

Posteriormente cumplí con "el protocolo habitual de recogida" de mi trofeo 'Cid Campeador' en lo más alto del pódium, muchos besos, saludos y felicitaciones de año con la gente que se había acercado a verme, saludarme y compartir unos minutos de charla.



Vuelta a trote a por el coche con Rubén. Íbamos tan frescos, como si no hubiésemos corrido... jajjaja! ¡Lo que hace la adrenalina! Cena en casa tranquilos, uvas (en mi caso no porque no me gustan -lo siento... jejjej) y "pronto" a dormir. Para mí un fin de año perfecto. Me he acordado de todas las personas importantes y especiales de mi vida y de los momentos que este año han marcado y seguro que lo van a ser aún más. ¡Feliz 2016!



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